Verdadera historia

No me podía creer lo que estaba escuchando. ¿Jorge era Quileute? ¿Había vivido en la reserva y no me dijo nada? No comprendía…
Seguí escuchando para saber algo más.
-Si yo no hubiera succionado la ponzoña a tiempo… No sé qué hubiera pasado. Por suerte aun no había sido transformado, si ya hubiera entrado en fase alguna vez… Si ya fuera un licántropo, hubiera muerto.
Me quedé callada intentando asimilar las palabras de Edward. ¿Qué significaba todo esto?
En ese momento Edward escuchó mis pensamientos.
-Leah, no…
-¿Qué pasa?
Preguntó Carlisle.
-Leah ha estado escuchando.
Antes de que pudieran acercarse a mi salí corriendo en dirección a la Push.
Aun estaba en estado de shock por todo lo que acababa de escuchar. No me lo podía creer.
¿Por qué Jorge no me había dicho nada? ¿Me había mentido en todo lo que me explicó?
En ese momento noté como Edward se situaba a mi lado corriendo a gran velocidad.
-Déjame Edward. Vete.-Pensé.
-Leah, Jorge no sabe nada de todo esto. Procura que no se entere, no por ahora.
-¿Qué no sabe nada?-
-No.
Ahí ya se detuvo y dio media vuelta para volver al riachuelo.
Seguía sin entender nada de nada. Como podía ser, que Jorge no supiera el gen que corre por sus venas… Y a sus veintitrés años, ¿sin haber entrado en fase nunca? Todo esto era muy extraño…
Seguí corriendo y a los cinco minutos más o menos llegué a la Push. Salí de fase y tras vestirme me dirigí a mi casa.
El cielo ya había oscurecido, eran las once de la noche. No tenía demasiada hambre, así que tras dar las buenas noches me fui a mi habitación a estirarme en la cama.

La mañana amaneció nublada, como de costumbre.
-Un momento, ¿He dormido? Imposible…-Pensé.
Hacía meses que no dormía tan fácilmente. ¿Cómo podía ser que esta vez me hubiera dormido como si nada? Era imposible, seguro que eran imaginaciones mías. Pero la verdad, no estaba nada cansada.
Me levanté de la cama tras apagar el despertador y cogiendo algo de ropa me metí en el baño para ducharme. En unos diez minutos ya estaba duchada y vestida, con unos pantalones cortos tejanos y una camiseta de manga corta que dejaba uno de mis hombros al descubierto.
Me sequé un poco el pelo con el secador y me lo dejé suelto.
Bajé a la cocina y ahí estaban mi madre y Seth.
-Buenos días Leah.
-Buenos días mamá. Hola perro.
Le dije a Seth para hacerlo rabiar.
-Mira quien lo dice.
Le saqué la lengua.
-Ya empezamos, el próximo que abra la boca para insultar se va a comer a la calle.
Dijo mi madre seriamente. Mejor no tentar la suerte… La última vez que lo hicimos, ambos acabemos comiendo en las escaleras del porche. Jacob, Quil y Embry se estuvieron riendo de nosotros durante meses. Cada vez que íbamos a su casa o algo nos encontrábamos dos platos con comida en la puerta.
Me comí dos tostadas con mermelada y un vaso de zumo de piña, cuando terminé subí a lavarme los dientes y a buscar la mochila y el casco de la moto.
-Me voy.
Dije despidiéndome de ambos cuando ya salía por la puerta.
-Ten cuidado hija.
-No te preocupes mamá, no creo que me vaya a pasar nada.
Dije. Y era cierto, poco probable que me pasara algo.
Salí disparada por la puerta y después de ponerme el casco puse la llave en el contacto y encendí la moto.
Como siempre, iba a más velocidad de la permitida, pero como a esas horas no había mucha gente por la calle no importaba. Llegué al instituto en quince minutos, justo cinco minutos antes de que sonara el timbre.
Jorge me estaba esperando en la entrada apoyado en la pared.
Tras aparcar la moto y quitarme el casco que me acerqué a él.
-Hola.
Le dije con una leve sonrisa. Tenía que hacer lo que fuera para que no notara que sabía algo.
Se me quedó mirando directamente a los ojos, al momento su mirada parecía perdida… Como si estuviera teniendo una visión como las de Alice.
-Oh no. –Dije mientras caminaba de espaldas para alejarme un poco.
Al momento volvió al presente.
-¿Soy como tú, y no lo sabía? ¡Porque me lo habéis ocultado!
¿Por qué no se me habría pasado por la cabeza que él podría ver mi pasado?