dissabte, 19 de setembre del 2009

La noticia




Las palabras de Tyler, hicieron que se me helara la sangre hasta tal punto que la vista se me comenzaba a nublar por momentos.
¿De verdad yo estaba hecha para ser un licántropo?
Llevaba preguntándome eso prácticamente desde que supe en lo que me iba a convertir.
Yo… era demasiado débil para tener que proteger a la reserva de los vampiros… No servía para nada, esa era la cruda realidad.
La manada, al escuchar lo que acababa de decir mi imprimación, salieron de fase.
-¿Qué estás diciendo?-Preguntó Jake horrorizado.
-Me están amenazando, quieren que acabe con la manada, si no, mataran a Leah.-Me miró con el rostro descompuesto, mientras se acercaba a mí y me abrazaba, sin importarle quien había delante.
Me quedé en silencio, notando su cuerpo junto al mío, más que nada porque no era capaz de reaccionar de ninguna manera.
No sabía que pensar, que creer, que hacer… estaba paralizada por el miedo y el horror.
Lo que acababa de decir, era demasiado duro de escuchar…
¿Estaba intentando acabar con mi familia, para salvarme a mí? No… eso no podía ser cierto. ¡No!
La vista se me comenzó a nublar hasta tal punto que lo veía todo deforme, borroso. Tenía el estomago revuelto y unas ganas de vomitar enormes. La cabeza me daba vueltas y más vueltas, me estaba asustando… ¿Qué me ocurría?
Caí al suelo golpeándome en la cabeza con una piedra y todo se desvaneció.

Abrí y cerré la boca un par de veces, notando en esta un sabor a jarabe repugnante. Me moví de un lado para otro de la cama en la cual estaba recostada y me apreté con fuerza en las sienes, como si eso sirviera para que el dolor punzante que taladraba mi cabeza cesara.
Podía percibir el ajetreo que había a mi alrededor incluso con los ojos cerrados. Los presentes se movían de un lado para otro, nerviosos, haciendo cosas que parecían ser de suma importancia, pues no paraban quietos ni un segundo.
Estaban tan sumidos en sus pensamientos y en sus acciones, que no se habían percatado de que comenzaba a recobrar la conciencia, aunque por otro lado, solo me había movido un poco y aun permanecía sobre la cama y con los ojos cerrados.
-¿Leah?-La dulce voz de Reneesme ocupó mis pensamientos.
Abrí primero un ojo, para comprobar si había demasiada claridad y así no cegarme del todo, y cuando vi que había poca luz, abrí los dos a la vez.
Reneesme, había crecido tanto que casi era irreconocible. Había pasado de parecer una adolescente, a tener el mismo aspecto de una mujer de veinte años.
Permanecía sentada en el borde de la cama, con sus brazos cruzados sosteniéndose la cabeza, como si le pesara demasiado. Vestía con un jersey de manga corta color rosa pálido y una minifalda tejana, algo grisácea. Su cuerpo antes recto y con pocas curvas, ahora tenía unas curvas que según mi familia, eran de infarto. Había crecido tanto en tan poco tiempo…
Demasiado, diría yo.
-Reneesme, ¿Cuánto tiempo llevo aquí?-Pregunté con voz adormecida.
-Un mes.-Respondió cuidadosamente.
Me recliné hacia delante, asustada por esa fecha. ¿Tan grave era lo que tenía como para permanecer un mes en esa cama, e inconsciente?
Se lo iba a preguntar, cuando Carlisle apareció por la puerta.
-Reneesme cariño, ves a buscar un paño húmedo.-Le sonrió tiernamente.
Cuando Nessie se marchó, Carlisle cerró la puerta a sus espaldas, quedándonos los dos solos en la habitación de… Alice.
-¿Cómo te encuentras Leah?-Preguntó el doctor Cullen mientras se aproximaba a mí.
-Bueno…-Me quedé pensativa.-Me duele muchísimo la cabeza, y tengo nauseas.
Carlisle cogió una maquina que tenía cerca de la cama, y la puso a mi lado.
-Verás Leah… tengo una noticia que darte, pero no estoy seguro de que sea bien recibida.-Me estaba comenzando a asustar… ¿Qué me estaba ocurriendo? ¿Porqué tanto misterio?
-Cual…es.-Tragué saliva intentando recomponerme.
Me senté de otra forma en la cama, para estar más cómoda para cuando Carlisle me diera la noticia, que según él, no sería bien recibida. Estaba realmente preocupada… no sabía que ocurría.
¿Tan enferma estaba? ¿Me estaba muriendo?
Todo era muy extraño… se supone que los licántropos no nos poníamos enfermos…
-Estás embarazada. -Automáticamente mi mano se posó sobre mi vientre, percatándome de que tenía más barriga que antes.
Mi corazón se aceleró a gran velocidad, haciendo que la vista se me volviera a nublar.
-Leah, Leah. -Carlisle me miraba con preocupación.-Respira hondo, no te asustes, si no terminarás inconsciente de nuevo.
-Eso no puede ser.-Las lagrimas caían por mis mejillas, resbalando por mis ropas y mojándome el cuello.
-Siento que no sea una buena noticia en estos momentos… pero es así.-Agachó la cabeza.

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