diumenge, 4 d’octubre del 2009

El peso de la soledad




Carla salió de la habitación, dejándome sola en ese lugar extraño que apenas conocía, con la pequeña lamparita de luz anaranjada encendida, iluminando el colchón de la cama y parte de los papeles que había sobre el escritorio.
Al estar acompañada, el dolor que soportaba mi débil corazón se hacía más llevadero y podía soportarlo de una manera más suave, pero ahora que estaba sola rodeada de esas cuatro paredes, todo el muro que había construido alrededor de el dolor que sentía, para poder ocultarlo a los demás e incluso a mí misma, se había derrumbado, haciendo que el dolor, la herida… supurara con más intensidad que antes.
Me senté en el borde de la cama, sacándome los zapatos y poniéndolos junto a al escritorio, bien colocados. Me recosté delicadamente para no hacer un mal gesto que impidiera el bien estar del bebé que crecía en mi interior, y sin destapar las sabanas, me contemplé el vientre mientras lo acariciaba.
-A pesar de que este no sea el mejor momento para ser madre…-Susurré mostrando una débil sonrisa en las comisuras de mis labios.-Te cuidaré y te mimaré… lucharé por seguir adelante. Teniéndote a mi lado, todo serás más llevadero, pequeño…
El bebé se removió en mi vientre, haciendo que notara un pequeño golpecito en la parte baja de mi vientre, y se me dibujara una sonrisa en el rostro.
Debía de haberle preguntado a Carlisle que era… niña, niño…
¿Qué nombre le pondría? Sonreí ante ese pensamiento.
-Si eres una niña…Dana.-Sonreí de nuevo.-Si eres un niño…Seth, como tu tío.-Nada más imaginarme la cara de mi travieso hermano, que a pesar de tener bastante edad, seguía siendo con un niño pequeño, cuando se enterara de que el bebé se llamaba como él, comencé a reír.
Miré el reloj que tenia a mis espaldas, colgado en la pared. Las doce y cuarto…
A pesar de que temía dormirme, y tener otra vez esa pesadilla, tenía que descansar.
Me puse en pie y destapé la cama, para taparme con la fina sabana que había, y apagué la luz, para después meterme en la cama y estirarme, intentando coger una postura cómoda, ya que no estaba acostumbrada a esta barriga.
Cerré los ojos, quedando así totalmente a oscuras, pero sin dejar de acariciarme la barriga.
La verdad, es que no estaba pasando por los mejores momentos de mi vida…
Me había quedado embarazada de mi amor de la infancia, justo antes de conocer a mi imprimación. El padre de la criatura, no debía saberlo… si no, tendría que cargar con los gastos de un bebé, y no quería que le pasara eso a mi amigo.
Alguien, intentaba acabar con la manada, con mi familia… y Tyler, estaba siendo chantajeado.
Sinceramente, no era el mejor momento para tener un bebe, pero… ser madre era lo que más deseaba.
Engendrar un bebe en mi vientre, verlo evolucionar a través de las ecografías y pruebas… dar a luz, -aunque seguramente era muy doloroso.- comprar la ropita para el bebé cuando naciera, los pañales… darle el pecho o el biberón…
Nada más pensar en ello, se me iluminaba la mirada, aunque no podía verme a mí misma, ya que además de estar a oscuras, tenía los ojos cerrados.
Poco a poco, el peso del cansancio izo meya en mí, y a pesar de tener ese temor por sumirme en la inconsciencia y volver a tener esa terrible pesadilla, mis parpados se cerraron, dejándome en la inconsciencia, dormida plácidamente.

-¡Buenos días dormilona!-Carla se tiró sobre el colchón, dándole bocados a un boyo de leche.
Abrí los ojos precavidamente, para no cegarme con la luz, y la miré sin comprender.
-¿Cómo es posible que tengas tanta energía de buena mañana?-Me giré lentamente para mirar el reloj.-Si solo son las… ¿dos del medio día?-Di un bote repentinamente.
-Te he visto tan a gusto durmiendo… que he decidido dejarte un poco más.-Sonrió.
-Vaya, gracias…-Le devolví la sonrisa.
-Leah… ¿Qué no has pasado buena noche?-La miré extrañada.
-¿Por qué?-Pregunté curiosa.
-Te he oído llorar y… me he asustado.-Tragó saliva para continuar.-He venido a ver que te pasaba. Estabas hecha un ovillo en la cama, no dejabas de acariciarte la tripa y de decir; mi bebé…mi bebé…
Era todo tan extraño… No recordaba nada de eso.
¿Habría soñado otra vez con esa pesadilla? Porque si era así… no me había dado cuenta. Es más, no recordaba nada.
-La verdad, no recuerdo nada.-Miré a Carla confusa.
-Bueno, no nos calentemos más la cabeza.-Sonrió para animarme. -¿Desayuno o comida?-Rió entre dientes.
-Creo que comida.-Reí con ella.-Para el desayuno es algo tarde.
Ella asintió levemente y salió de la habitación dando saltitos.
Ese gesto, me había recordado muchísimo a Alice, al monstruito de Alice Cullen… Siempre tan alegre y traviesa.
Me disponía a levantarme, cuando todo se quedó a oscuras.
-Uy, lo siento Leah.-Rió Carla.
Me quité la toalla que me había lanzado a la cara, que me había dejado totalmente cubierta de lo enorme que era. Me puse en pie, colocándome los zapatos y abrí la ventana de la habitación para que se ventilase, mientras Carla seguía observándome.
-Yo voy a hacer la comida, si quieres puedes darte una ducha.
-Vale, gracias.-Sonreí mientras me aguantaba la espalda con uno de los brazos.
-Creo que se te empieza a notar aun más el embarazo. Ya empiezas con los dolores de espalda.-Me miró tiernamente.
-Eso parece…-Reí.
-¿Macarrones, sopa o lasaña?-Preguntó.
-Macarrones.-Asintió levemente y yo me marche en dirección al baño para ducharme, mientras se oía como ella bajaba ruidosamente las escaleras de caracol.

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