Confesiones

Cuando salté y caí en el sueño de pié esperé a que apareciera Jorge.
Cuando llegó junto a mí con un movimiento de cabeza le dije que nos fuéramos. Fuimos caminando lentamente por el bosque en silencio.
Al poco rato me paré de golpe para hablar con él.
-¿Cómo te atacaron?
Necesitaba saberlo.
Se me quedó mirando tristemente y entonces comenzó a explicar.
-Hace dos años, cuando vivía en Forks. Estaba paseando con mi hermana pequeña por estos bosques, de la nada apareció un hombre, pálido y según mi hermana, hermoso. A mí no me hacía ninguna gracia, no me fiaba de él, sus ojos eran color rojo, y cuando sonreía, se le veían los colmillos.-Izo una pausa para respirar hondo.- Nunca había creído en las leyendas, nunca, hasta ese día.
Me quedé escuchando atentamente sin apartar la vista de su rostro, que ahora reflejaba todo el dolor.
-De repente el hombre se echó encima de mi hermana y le mordió en el cuello, yo intenté ayudarla, pero no pude hacer nada, lo único que conseguí fue que me atacara a mí también. La suerte que tuve, es que cuando hincó los dientes en mi cuello, apareció Edward y me salvó.
-¿Edward? ¿Edward Cullen?
-Sí.
-Y, ¿Por qué no ha dicho nada?
-No lo sé. Bueno como te decía… Edward me salvó pero por mi hermana no pudimos hacer nada. Murió. Tras su muerte mis padres decidieron trasladarse a Port Ángeles, para que no pasara ninguna desgracia más.
-Ahora entiendo por qué dices que lo pasaste mal… Lo siento mucho.
Dije agachando la cabeza tristemente.
-No lo sientas, no fue culpa tuya.
Nos quedemos un largo rato en silencio, pero esta vez caminando en dirección al pueblo de Forks.
-¿Has venido andando desde Port Ángeles?
Pregunté asustada. Ni yo, que me cansaba menos que un humano vendría andando desde allí.
Jorge se echó a reír.
-No, he dejado el coche aparcado en la entrada del bosque.
-Ah.
Tardemos poco en llegar donde estaba su coche, tampoco estaba tan lejos.
-Bueno, ya… Nos veremos.
Me dijo con una leve sonrisa.
-Claro, mañana en clase.
Le respondí.
Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. Después se rió mientras subía al coche. Supuse que me había puesto roja.
Le dije adiós con la mano, y después me metí en el bosque y entré en fase para ir a casa a buscar algo de ropa, como siempre para dejar en el arbusto junto al rio.
Corrí, pero no demasiado pues no tenía prisa.
Al llegar a casa mi madre estaba preparando la cena y Seth estaba afuera en la entrada jugando con Quil y Claire.
-Hola chicos.
Dije en un tono alegre. Ambos se me quedaron mirando sorprendidos.
-Que, ¿Tengo monos en la cara?
-No, pero tu alegría nos sorprende.
Dijo Quil.
-Pues iros acostumbrando a ella.
No sabía el porqué, pero encontrar a alguien que quisiera ser mi amigo… Me había alegrado bastante el día.
Entré en casa corriendo y cogí un jersey y un pantalón corto, lo metí en una bolsa y salí disparada hacia el bosque.
-¿A dónde vas Leah?
Me preguntó Seth.
-A cazar mariposas, que me siento alegre.-Dije sarcásticamente.- ¿Es que no lo ves? A dejar esto en el bosque.
Me sacó la lengua mientras yo me giraba para adentrarme en el bosque.
Cuando me adentré bastante me quité la ropa que llevaba para dejarla ahí y al volver poder vestirme y entré en fase de nuevo.
Corrí hasta el riachuelo, donde esperaba que no hubiera nadie, pero ahí estaban Edward y Carlisle, lo que me sorprendió bastante.
Me acerqué silenciosamente, parecían tener una conversación bastante importante.
-No creía volver a ver a Jorge, pero lo que menos me esperaba es que aun no haya sido transformado.
Dijo Edward. ¿Transformado?
-Es muy curiosa su historia…
Ahí me quedé escuchando atentamente.
-Sí, es extraño que siendo un Quileute, y que por sus venas corra el gen del licántropo, y que a sus 23 años no haya sido transformado.