Abrí los ojos cuidadosamente, pasé a estar a oscuras, todo lo que había a mí alrededor se fue aclarando y dejé de ver los objetos y las personas borrosas.
-¡Leah!-La voz de Eliot resonó por todos los rincones de la atestada habitación.
Cerré los ojos instintivamente, por el dolor de cabeza, y después los volví a abrir lentamente para que no me volvieran a sorprender con ningún grito. Observé atentamente a cada uno de los presentes que había en la habitación de hospital improvisada por Carlisle. Cada par de ojos me miraban aliviados, mientras la habitación se sumía en un prolongado silencio. Eliot, a mi izquierda, me miraba con sus ojos castaños y el ceño fruncido, con una leve sonrisa que se asomaba por la comisura de sus labios. Seth y mamá, cuyos rostros dejaban a la luz su preocupación por mi estado, se acercaron corriendo y me abrazaron. Los Cullen permanecían en la habitación en silencio, simplemente ocupando un lugar, y asegurándose de que yo estaba bien.
-Lo siento…-Murmuró Edward.
Todos se giraron hacia él al no entender nada, menos yo, que permanecí quieta mirando a Eliot, quien había entrelazado sus dedos con los míos.
La verdad, es que no recordaba que era lo que había sucedido. Simplemente me había despertado en una habitación similar a la de un hospital, atestada de caras conocidas que me miraban con preocupación.
-Leah.-Eliot me miró extrañado y comenzó a hacerme señas con la mano que tenia libre.
Al cabo de un rato, cuando se cansó de intentar que yo pronunciara palabra, se marchó cabizbajo hacia la entrada de la habitación, donde Edward y Carlisle le esperaban.
Agudicé mi oído para intentar escuchar lo que se comentaban unos a otros.
-¿Has conseguido que hable?-Preguntó Carlisle.
-No…-Su voz se extinguió a medida que pasaban los segundos.
-No lo comprendo,-Edward se quedó pensativo.-lleva una semana ahí, postrada en esa camilla… No hemos averiguado el porqué de su falta de fuerzas, ni porqué perdió el conocimiento. Y ahora que despierta, puedo escuchar en su cabeza como sabe quien somos, su mente analiza cada detalle y cada cosa que pasa a su alrededor, pero es como si estuviera vacía por dentro. Como el cascarón de un huevo, sin nada dentro.-Agachó la cabeza y se despeinó el cabello intentando pensar.
-¿Qué ocurrió?-Eliot miró a Edward esperando la respuesta.
-Le dije que Tyler, su imprimación no es de fiar… que es quien manipuló a Sam. Después de eso, se desvaneció en cuestión de segundos.-Se encogió de hombros.
-Tal vez fue un golpe muy duro para ella…-Carlisle se obligó a sí mismo a creer que esa era la razón por la cual estaba en este estado.
Dejé de escuchar su conversación y me puse a mirar por la pequeña ventana que había junto a la camilla. Desde ahí se veía todo el bosque, tranquilo, y hermoso. Se veían las ardillas saltar de un árbol a otro y los pájaros sobrevolar el cielo manchado por las nubes.
En el suelo, junto a un pino se veía una sombra de un hombre corpulento que caminaba alrededor del gran árbol. Miré atentamente para poder descubrir quién era. Muy corpulento, como Jake, pero su pelo no era tan oscuro ni su piel tan rojiza. Andaba de una forma que me era muy familiar.
Estuve varios minutos observándolo con atención, hasta que descubrí quien era. Quil. ¿Qué hacia Quil vagando por el bosque alrededor de la casa de los Cullen, solo?
Un aullido ensordecedor rellenó el aire, y me erguí para estas más cerca de la ventana y poder percatarme de que sucedía. Parpadeé una vez, después, al volver a abrir los ojos, Quil ya no estaba solo. Embry estaba delante de él, en su forma lobuna. Se lanzó contra Quil con una rapidez y una fuerza descomunal, y ambos quedaron tendidos en el suelo.
Di un golpe contra el cristal, intentando que se dieran cuenta de que estaba mirándolos, pero no sirvió para nada. Embry se volvió a lanzar sobre Quil, quien intentó apartarse pero no lo consiguió.
-Tus amigos son ahora tus enemigos.-Esas palabras me vinieron a la mente.
-¡Edward!-Grité.
-¿Qué ocurre?-Preguntó exaltado.
-¡Tienes que ayudar a Quil!-Estaba realmente asustada.
-¿Qué?-Pregunto sin entender nada.
-¡Mira!-Los nervios estaban a flor de piel, y me impedían hablar normal.
Edward miró hacia la dirección que señalaba y se quedó petrificado. Tardó unos segundos en reaccionar, y salió corriendo hacia el bosque. En apenas unos segundos, pude ver como Edward empujaba a Embry hacia un lado y ayudaba a Quil a levantarse.
Sin poder hacer nada, Embry saltó a sus espaldas e intentó morderle el cuello.
-¡No!-Las lágrimas recorrían mi rostro, ahora ya se había convertido en una costumbre difícil de evitar.
Al oír mi grito, los Cullen, Jake y Eliot se acercaron a ver que sucedía.
dijous, 30 de juliol del 2009
Amistad eterna
4:52 Publicado por perfect__taylorEtiquetas: capitulo23
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