Todos los Cullen fueron corriendo al bosque, yo, como no tenía fuerzas para nada, me quedé en la camilla estirada, muriéndome por dentro, intentando ser todo lo positiva posible, ya que quería muchísimo a Quil, y no quería que le pasara nada. Embry, era un gran amigo, pero no entendía porque atacaba a Quil, ellos dos eran inseparables.
-Tranquila Leah, esto acabará pronto.-Me susurró Eliot mientras se acercaba a mí y me besaba en la frente.
-Eliot…-Susurré.- ¿Porqué te comportas tan bien conmigo? No lo merezco.
-Porque, sigues siendo mi mejor amiga.-Me sonrió.
Lo miré apenada, pues no comprendía el porqué de su comportamiento.
Por más que él y yo hayamos sido amigos desde la infancia, lo que le he hecho, no tiene perdón. Yo no debería estar aquí, tendría que marcharme de Forks, de la Push, alejarme de Eliot para no hacerle más daño.
-Eso no servirá de nada, Leah.-Edward apareció por la puerta con Quil inconsciente en sus brazos.
Me levanté de la camilla corriendo para que lo pudieran estirar a él, pero al estar tan débil, las piernas me temblaron y caí al suelo.
-¿Estás bien?-Jake me ayudó a levantarme delicadamente mientras me sentaba en la silla de Carlisle.
-Sí, tranquilo.-Le sonreí.- ¿Cómo está Quil?-Pregunté muy preocupada.
Carlisle se acercó a la camilla, donde habían puesto a Quil, y lo examinó detenidamente durante unos minutos.
-Tranquilos, está bien.-Aseguró.-Solo es, que se ha dado un golpe en la cabeza al caer al suelo y se ha quedado inconsciente, despertará pronto. El golpe no ha sido grave.
Muchos de los presentes, respiraron de alivio, y se acercaron a contemplar a su amigo. Jake, fue el primero en acercarse.
-Qué narices está pasando aquí…-Murmuró mientras intentaba detener las convulsiones.
De la rabia, todo su cuerpo temblaba, y el, apretando los puños intentaba parar, pero le era casi imposible, se sentía impotente, como yo, y como los demás.
-Oye tío, vete un ratito con Nessie a que te calme.-Todas las miradas se dirigieron hacia la camilla, de donde provenía la voz quebradiza y dolorida de Quil.
-¡Tío!-Gritó Jake dándole una palmada en la espalda.
-Auch, serás bruto.-Se quejó mientras se levantaba riendo.
-Es por naturaleza.-Dijo Jake riendo, mientras se encogía de hombros.
Todos los que había en el despacho, nos comencemos a reír aliviados al ver que Quil estaba bien, y seguía tan bromista como siempre, a pesar de que su mejor amigo acababa de darle una paliza, que si no llega a ser por los Cullen, habría acabado con su vida.
-¿Qué te ha pasado, Quil?-La voz de Sam y Embry retumbó por toda la habitación.
Todos nos pusimos tensos, y alerta.
Nos dimos media vuelta, mirando hacia el balcón. Ambos, corpulentos y con el pecho desnudo, permanecían sentados con cara de preocupación en lo alto de la barandilla del balcón.
-¡Que hacéis aquí!-Grité impotente, sin entender nada. –No tenéis derecho de estar aquí.-Mustié en voz más baja.
¿Cómo tenían la cara de aparecer por esta casa, después de haber intentado matar a dos miembros de la manada? ¿Cómo se atrevían a presentarse aquí sin el menor de los remordimientos? ¿Sin ni siquiera pedir perdón?
Los miembros restantes de la manada que había en el lugar, más algunos de los Cullen, se pusieron en posición de ataque para luchar, incluso yo, que más bien tenía que luchar para sacar fuerzas de donde no las había, me puse en pié, enfrentándome a esos traidores.
Edward, permaneció al margen, observando a ambos licántropos, ahora en forma humana con curiosidad y preocupación. Con la mirada perdida, se lo veía metido en los pensamientos de ellos, controlando cada uno de sus objetivos. O al menos, eso creía yo.
-Deteneos.-Ordenó Edward.
Todos lo miremos horrorizados. ¿Se había puesto de su parte?
-No han venido a burlarse de nosotros o a atacarnos, no se acuerdan de cuáles fueron sus últimos actos, Sam, no se acuerda de haber atacado a Jake, y Embry, no se acuerda de haber atacado a Quil.-Explicó.
-¿Qué?-Preguntaron Sam y Quil al unísono.- ¿Qué hemos hecho qué?-Exclamaron.
La tensión que se propagaba por el aire, desapareció al instante, ellos dos, entraron en la habitación, a preguntar, a exigir que les explicáramos que era eso de que habían atacado a dos miembros de su propia manada.
Cuando se lo expliquemos, ambos estaban atónitos, se negaban a creer que habían cometido tal acto.
-Pero, ¡eso es imposible!-Exclamó Embry.-Quil es mi amigo, ¿Cómo iba a atacarlo?
-Embry, si estoy en esta camilla no es porque me ha dado la gana.-Dijo Quil en tono chistoso.
En estos momentos, el era el único que intentaba mantener la calma y el ambiente sereno.
dimecres, 5 d’agost del 2009
Descubrimiento mental
3:59 Publicado por perfect__taylorEtiquetas: capitulo24
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