-Leah, Eliot, tenéis que venir. ¡Ya!-Seth apareció entre los arbustos, el corazón le iba a cien por hora y su respiración era entrecortada.
-¿Qué te pasa Seth?-Preguntemos Eliot y yo, tras dejar de estar abrazados.
-No hay tiempo, ¡correr!-Echó a correr a gran velocidad, esquivando árboles, rocas y plantas.
Eliot y yo nos miremos el uno al otro preocupados, y después nos pusimos a corres tras Seth, que ya se estaba perdiendo entre la maleza. El bosque había permanecido en calma hasta que Seth llegó al claro, desde ese momentos, los pájaros nocturnos levantaron el vuelo, se oía a los animales corretear asustados, de un lado para otro.
¿Qué demonios estaba pasando?
La respuesta no tardaría en saberla, supongo. Estábamos llegando a los alrededores de la mansión de los Cullen, se oían gritos y se podían distinguir entre los arboles las luces del primer y segundo piso encendidas. Al entrar en la zona, todo quedó en silencio.
-Seth, que está pasando.-Exigí saber.-Me estoy poniendo de los nervios.
Antes de que Seth pudiera decir nada, dos figuras se acercaron en medio de la oscuridad. Su paso vacilante pero a la vez precavido no lo había visto nunca antes, por lo que pensé que no los conocía.
-Hola cariño.-La voz de la mujer de cabellos largos y oscuros resonó por todos lados, se quedó bajo la luz de un farolillo, para que pudiéramos reconocerla. Sus cabellos largos y oscuros brillaban a la luz del farolillo con una intensidad espectacular, sus ojos verdes miraban a Eliot esperando ser reconocida. Una sonrisa preciosa se asomaba en las comisuras de sus labios carnosos y pintados de color marrón brillante.
-¿No le respondes a tu madre?-Preguntó insistente el hombre alto, de cabellos cortos y despeinados, color caramelo. Sus ojos marrón chocolate pedían comprensión al mismo tiempo que dejaban ver los deseos que se escondían tras ese aspecto temeroso, ese hombre, estaba deseando abrazar de nuevo a su hijo.
-¿Papa? ¿Mamá?-La voz de Eliot era quebradiza.
Podía ver desde mi posición como sus ojos se inundaban de lágrimas, y como se resistía en salir corriendo hacia ellos, a abrazarlos.
Yo no comprendía nada, Eliot me había comentado que sus padres murieron, aunque no me explicó la historia con detalles, pues cuando se disponía a hacerlo, tuvimos que salir corriendo a ayudar a Jake. Estaba deseosa de comprender lo que ocurría.
-Luego te lo explicará Eliot, no te preocupes.-La voz aterciopelada de Edward sonó a escasos centímetros de mi oído, lo que izo que diera un respingo, pues no me esperaba tenerlo tan cerca.-Tú y yo tenemos que hablar Leah.
-Después.-Respondí sin apartar la vista de Eliot.
Este dio un par de pasos hacia la dirección donde estaban situados sus padres, y se detuvo a contemplarlos.
-No me lo puedo creer… Sois vosotros.-Una lagrima resbaló por su mejilla, hasta mojarle el pantalón.
Echó a correr y se abalanzó sobre su madre, quien lo esperaba con los brazos abiertos para abrazarlo. Ambos lloraban de felicidad al volver a reencontrarse, y su padre, los miraba con una sonrisa en los labios. Se separó de su madre, y miró a su padre, aun con lágrimas en los ojos.
-¿Para mí no hay abrazo?-Izo pucheros.
Eliot rió y se abalanzó sobre su padre, mientras él le daba unas palmaditas en la espalda.
-Creo que ya has visto suficiente, ven.-Edward me cogió en brazos sin ningún esfuerzo y poco a poco se fue adentrando en el bosque conmigo.
-Eh, que son esas confianzas, suéltame.-Dije dándole un puñetazo en el hombro.
Me bajó al suelo, pero me cogió de la mano y me llevó hasta la orilla del riachuelo, donde horas antes, me había encontrado por primera vez con Tyler.
-Tyler.-Repitió Edward.-Es es el nombre de tu imprimación. ¿Cierto?
-Eh… Si.-Agaché la cabeza avergonzada.
Edward miró atentamente el agua del rio, como corría hacia abajo, y se fue a sentar en la roca más cercana. Supongo que lo izo por hacer, dudo mucho que estuviera cansado y quisiera descansar. Permaneció varios minutos en silencio, mientras yo lo observaba desde sus espaldas sin abrir la boca.
-Leah, Tyler es quien manipuló a Sam.-Dijo con voz calmada.
Mis temores se hacían realidad, yo intentaba creer que eso era un espejismo, que lo había soñado, que no era cierto… no podía creer algo así. ¿Mi imprimación era malvada? No podía ser.
Me negaba a mi misma a creer semejante disparate.
-No es un disparate, es la verdad.-Volvió a insistir.
-Tú no lo sabes, Edward. ¡El me advirtió que mis amigos son ahora mis enemigos!-La cabeza me empezaba a dar vueltas. Lo veía todo borroso y los objetos se movían a gran velocidad a mí alrededor.
Me hundí en la inconsciencia, tenía la sensación de que me habían introducido una especie de anestesia en l cuerpo.
Como si mi corazón se hubiera detenido, me quedé suspendida en el aire, hasta que perdí la conciencia y caí contra el suelo con un golpe seco.
dimarts, 28 de juliol del 2009
Verdad dolorosa
3:13 Publicado por perfect__taylorEtiquetas: capitulo22
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